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7 de agosto de 2012

UN AÑO DESPUÉS…


Dicen que de humanos es errar y de sabios rectificar. También que nunca es tarde si la dicha es buena. Así pues, con el siguiente artículo no pretendo desdecirme del anterior, porque el que lo leyese entero se daría cuenta de que había más información que opinión y más agradecimientos que críticas. Por un lado, conté con detalle cómo había sido la temporada del equipo, y por otro, les di las gracias a todos los empleados, a todos los entrenadores, a todos los jugadores y a la gran mayoría de los padres.




M.P.D.


Sólo critiqué a la antigua directiva y a algunos padres. Pero el daño que yo les pude hacer con lo que escribí, no fue ni la mitad del que me hicieron ellos a mí con su manera de tratarme, unos faltando a su palabra y otros faltándome al respeto. A pesar de todo, a estos los he perdonado porque aunque conmigo se equivocaran tanto, seguro que en el fondo los unos querrían lo mejor para el club y los otros lo mejor para sus hijos. De igual manera que espero que ellos me hayan perdonado a mí el que me excediera en algunos comentarios. El rencor es muy malo. Así que lo único que no perdono es la deuda.

Respecto a la primera carta, mucha gente se quedó sólo con la parte mala y otra tanta habló de oídas y me ha hecho notar que se molestó. Escribo esta para aclarar varios malentendidos y pedir algunas disculpas. Pero que nadie se equivoque: no quiero ‘arreglarlo’, sólo explicarlo.

Al publicar lo anterior, muchos me elogiaron, gente que en su mayoría me conocía y me apreciaba. Otros muchos me criticaron, sobre todo quienes no sabían nada de mí ni de la situación. Dicen que el halago debilita y la crítica fortalece. Por lo tanto, es mejor quedarse con las últimas e intentar aprender de ellas (aunque de algunas no se pueda). Entre éstas, muchas se limitaron a insultar y faltar al respeto, sin siquiera escribir una palabra de fútbol, y por lo tanto no merecen ser comentadas ni contestadas.

Del resto, de los que se dedicaron a la crítica personal pero al menos sin insultar, sin duda “mi favorita” fue la de uno que se identificó como “aficionado sd tenisca” y que escribió: “Miguel, tú lo más redondo que has visto es una caja de zapatos”. Olé. Sí señor. Del pseudónimo, se puede deducir su objetividad, y del comentario, sus enormes conocimientos futbolísticos. ¿Qué se puede responder a eso? Argumento irrefutable donde los haya... Luego hubo quien me criticó por no haber acabado la carrera. Curioso, cuando tanto por su forma de escribir como porque sé quién fue, se trata de alguien con bastantes menos estudios que yo, además de no tener ni idea de qué he hecho con mi vida aparte de estudiar periodismo. E incluso otro me echó en cara que no hubiese sido bueno jugando al fútbol. Reconozco que él jugaba bastante mejor que yo, pero, las cosas de la vida, los dos tuvimos la misma desgracia en forma de lesión de rodilla: rotura de ligamentos cruzados. Ahora que ambos rondamos la treintena, hemos ganado el mismo dinero como jugadores: 0 patatero. Sin embargo, la diferencia es que al menos yo he ganado algo entrenando. Por otra parte, ahí tenemos a Benítez y Mourinho, dos cracks de los banquillos que no fueron precisamente leyendas en el campo... Y de todas formas, nunca he pensado en vivir de esto de manera profesional. Otra cosa es ganarme dignamente un sobresueldo ahora que tengo trabajo, o un medio sueldo cuando no lo tenía como era el caso ese año.

También hubo quien creyendo conocerme muy mucho pero conociéndome muy poco (Get Ready;), y sobre todo debiendo pensar que no sabía quién era, se atrevió a escribir que yo era “a muerte” del Mensajero. Bien. Tengo que reconocer que aunque nunca he sido mensajerista, y por lo tanto sí tenisquista, al igual que simpatizante del Tenerife, los equipos de mi corazón siempre han sido el Barça y La Selección. Pero son sólo eso, equipos de fútbol. “A muerte” no soy de ninguno. “A muerte” sólo soy de mi familia. Por ella es por lo único que muero -y mato- si hace falta. Tengo compañeros en el Mensajero y en el Tenisca, donde además juegan muchos chicos de los que guardo un buen recuerdo y a los que les deseo lo mejor como futbolistas y como personas. Claro que he apoyado al Mensajero cuando jugaba contra equipos de fuera y sobre todo en categorías inferiores. Porque cuando juega un equipo de La Palma contra uno de fuera, prefiero que gane el de La Isla. Y qué decir de cuando he tenido amigos o familiares en el campo vestidos de rojinegro...

La personas están muy por encima de los escudos. Estos valores algunos los compartirán, otros al menos los respetarán y los menos, supongo y espero, ni siquiera eso. Pero son los míos. Por cierto, no quiero ni imaginarme lo que habrán dicho de mi sucesor en el cargo que, con un equipo muy superior al mío, quedó prácticamente en la misma posición... ¡Pero mucho cuidado! Esto no es ninguna crítica a mi colega, con el que tengo una buena relación. No en vano, hablamos a comienzos de la temporada y me contó que me había propuesto para seguir en el cargo, pero como yo ya había escrito la famosa carta, la propuesta fue rechazada. También nos volvimos a ver al final y me comentó sus impresiones del equipo, los jugadores, los padres y el club (...). Tengo tan claro que yo hubiese clasificado mucho mejor al equipo esta temporada, como que él también lo habría hecho de haber estado con los chicos el primer año. Por lo tanto, no se trata de que yo sea mejor entrenador, que no lo creo, ni de que yo sepa más de fútbol. Seguro que él sabe tanto como yo o más, y encima tiene una experiencia mucho mayor. Así que lo único que quiero recalcar con esto es la importancia de la continuidad, porque un año de conocimiento es mucha ventaja.

Y por cierto, aunque yo hubiese sido del Mensajero, eso no habría influido en mi trabajo. Creo que, sobre todo tratándose de la formación de niños, es mucho más importante el ser profesional que el sentir unos colores. No en vano, sin ir más lejos esta temporada, tanto el entrenador que más cerca ha estado de llevarlos a 2ª B en toda su historia, como el único coordinador que, al menos en los últimos años, ha conseguido que todo el mundo cobrara lo que le correspondía, tienen pasado –y me atrevería a decir que corazón- mensajerista. Y sin embargo, no pasa nada, ahí están los resultados. Por lo tanto, dos grandísimos profesionales. Y hay muchos ejemplos más de gente que ha triunfado en los dos bandos.

Lo que algunos no saben es que, aunque nunca fui un fijo en el campo del Tenisca, en parte por estar tantos años viviendo fuera, sí puedo decir que acudí a apoyarlo en varios partidos importantes, como en los derbis, tanto en el actual estadio como en la época de Miraflores, y en los de las promociones en las que se luchó por ascender. Y fui a casi todos los partidos que se jugaron en casa la temporada en que estuve entrenando al Infantil.

Lo que muchos no saben es que estuve en Cáceres en la ida de la promoción de ascenso, y testigos tengo. En este punto, mayo de 2009, el mismo que aseguró que yo era “a muerte” del Mensajero, creyó leerme una crítica a la afición del Virgen de Las Nieves en una red social, con la consiguiente salida de tono y “puesta a parir”. Pero no fue eso lo que escribí. A los que critiqué fue a esos aficionados que se dedican a insultar, escupir o tirar cosas al campo; a ensuciar el espectáculo en resumidas cuentas. De estos hay en todos los estadios del mundo y los critiqué, los critico y los criticaré siempre, sean del Tenisca, del Mensajero, del Barcelona, del Madrid o del Leyton Orient (el equipo de mi barrio). La mayoría de los que están leyendo esto, sólo ha visto el fútbol desde la perspectiva de aficionado y desde la de jugador, ya sea como profesional o como amateur. Yo además de esas dos, tengo la de entrenador de fútbol base, la de hermano mayor de un ex jugador de categorías inferiores, la de hermano mayor de un ex árbitro y la de hijo de un policía. Esto es importante, porque yo he tenido que oír como mi hermano me contaba que, a la tierna edad de 15 años, cuando jugaba en los cadetes del Mensajero, salía del campo del Victoria de Tazacorte (que por cierto, hasta donde yo sé y mientras no se demuestre lo contrario también es una parte de La Palma), al grito de “¡Váyanse pa´ La Palma, palmeros de mierda”! Qué bonito, ¿quién sería la joyita?

Este mismo hermano me contó que, un par de años después y siendo linier, tuvo que salir corriendo, junto al resto de árbitros, del campo del Mensajero (para que vean que no tengo colores y que en todos lados cuecen habas), para que no lo agredieran. Otra vez, espectáculo precioso... Y mi padre no me cuenta las historias de su trabajo, pero seguro que alguna movida habrá tenido en los campos de fútbol. Por todo esto es por lo que detesto y me dan tanto asco, pena, vergüenza y hasta miedo las escenas de faltas de respeto y de violencia que se ven en los campos de fútbol una semana sí y otra también, más tratándose de partidos entre niños.

Lo que muy pocos saben es que yo fui uno de los que en el grupo de Facebook apoyó a Fran Herrera para que siguiera con su blog cuando tuvo aquel problema con la plantilla, escribiendo algo así como “los jugadores pasan, la afición queda”... Ironías de la vida, al final muchos jugadores se quedaron y fue algún aficionado el que “pasó”...

Y lo que no sabe casi nadie, porque incluso yo me enteré hace poco cuando me lo contó, es que mi padre, TENISQUISTA DE TODA LA VIDA, operado ya de la espalda por aquel entonces, con cuatro hijos menores de edad y jornadas laborales de 11 horas, no sé de dónde sacó el tiempo y las fuerzas para colaborar VOLUNTARIA Y GRATUITAMENTE en las obras de construcción del Virgen de Las Nieves (Por cierto, con él es con quien se tienen que poner en contacto para pagarle lo que me deben). Reconozco que yo jamás habría hecho eso; tal vez porque nunca sentí tanto los colores, pero seguramente porque no soy tan buena persona como él... Además, recuerdo que uno de los días en los que me subió a entrenar a mí y a unos cuantos de los chicos, cuando el furgón estaba roto, medio en broma medio en serio, dijo “a ver si me saco una lotería y le compro un furgón nuevo al Tenisca”. En ese momento ya me debían un par de meses, pero ni él, ni mucho menos yo, podíamos imaginar la puñalada que me (nos) darían a final de temporada…

Hace unos meses, en una de las visitas que hice a la residencia de mi abuela, que tiene alzheimer desde hace no sé ni cuántos años, me dijo: “Desde pequeñito has sido del Barcelona y del Tenisca, ¿sigues siendo?” Me tuve que reír. “Sí, más o menos...” le contesté. Estaba la mujer (y está) como para contarle la historia...

Otro me pidió que le preguntase a los padres, sin saber que la gran mayoría de ellos me apoyaba y quería que siguiera. Pero de todas formas, yo creo que a quien hay que preguntarle es a los chicos. Pregúntenles si traté mal o si le dejé de dar oportunidades a alguno. También si alguno se acordó de mí o me echó de menos la temporada pasada…

Algunos me preguntaron que quién me creía que era. No se trata de que yo sea mejor o peor entrenador, ni siquiera de que mi trabajo fuera bueno o malo. Yo simplemente cumplí con mis obligaciones e incluso con algunas que no tenía, y no me sentí correspondido. Y me parece que cuando uno da todo lo que tiene, no se le puede pedir más.

Sobre los consejos que di, también se malinterpretaron. Por supuesto que yo no soy nadie para decir cómo se tiene que gestionar un club. No tengo ni idea de dirección deportiva, de la parte económica, los contratos, las fichas, las primas…de cómo dirigir un equipo profesional o semiprofesional. Yo me refería únicamente a las categorías inferiores, por mi experiencia de ese año y la de otros compañeros de esa temporada y anteriores con los que hablé del asunto. Al principio del año, se nos dio la instrucción de tratar de formar jugadores y personas. Eso fue lo que yo intenté hacer, dejando los resultados en un segundo plano.

A los que pensaron que me metía con el club, les diré que yo sólo pretendí criticar a quienes lo habían dirigido en los últimos años por no haber correspondido a la confianza que algunos compañeros y yo pusimos en ellos.

También decir que los entrenadores de categorías inferiores no tenemos contrato que valga. Firmamos la ficha, nos fiamos de la palabra del club y que sea lo que Dios quiera. Algunas veces los clubes cumplen con lo acordado, otras pagan tarde o mal y otras no lo hacen…

Y por último, a los que me espetaron que yo no era el único al que le debían dinero en el fútbol, que había mucha más gente a la que le debían más y desde hacía más tiempo que a mí, decirles que ya lo sabía. De hecho, saqué la cara por todos mis compañeros en la carta anterior. Pero si ellos prefieren callar y tragar, es su problema. Yo sólo me callaré cuando esté muerto o cuando me hayan pagado. Además, como ustedes comprenderán, a mi la deuda que (más) me duele es la mía.

Para acabar, contar que durante este tiempo me crucé con un par de niños, en términos futbolísticos diría que de edad prebenjamín, que me gritaron al pasar eso de “¡Viva el Tenisca!”, como si yo fuera el anticristo y/o el enemigo público número uno del club. Seguramente se trataría de hijos de algún fanático que en lugar de contarles la verdad (Ese chico estuvo entrenando al Infantil y como no le pagaron media temporada, hizo un escrito denunciándolo), les contarían su verdad: “ ‘Eso’ es un ‘hijoputa’ del Mensajero que se metió con el Tenisca”, o algo así. Ahí, sembrando el odio desde pequeñitos, en fin, vivir para ver...

Otros tuvieron algo más de sentido común y educación y me hicieron ver que en algunos momentos escribí con un tono agresivo, desafiante y prepotente. Ambos teníamos razones. Ellos al decir que lo hice y yo al hacerlo. Porque estaba resentido, dolido y decepcionado…me sentí traicionado, humillado y ninguneado…En una palabra, ‘quemado’. Lo normal, teniendo en cuenta la ilusión que había puesto en ese proyecto y viendo cómo algunos sólo me pusieron trabas desde el principio, según me dijo algún compañero, por no ser “de la casa” o no tener “un padrino” en el club. Para mí fue una gran alegría volver después de tantos años fuera y conseguir entrenar en el equipo y a la categoría que quería y nunca pensé que tendría tantas dificultades... Y sobre todo, estaba desesperado por cobrar.

Nadie sabe para qué ni cuánta falta me hacía (y me sigue haciendo) el dinero, pero digamos que tuve que retrasar mis planes de vida durante un año por culpa de ese impago. Estuve esperando pacientemente por él durante más de media temporada, mientras seguía trabajando con el mismo entusiasmo, a pesar de que me llegaban rumores de que ya se estaba hablando de quién cogería al equipo la temporada siguiente, “la buena”, como descartándome. Cuando preguntaba por el pago en el club, nadie sabía nada, y cuando le preguntaba a algún compañero, más o menos me decían que me “olvidase”. Acabó la temporada, pasó el tiempo y seguimos sin noticias del cobro hasta que no aguanté más. Esa fue la historia.

Tal vez me equivoqué de club o tal vez de deporte, pero seguramente de época. Debo ser demasiado romántico para estos tiempos que corren en el fútbol. Será porque crecí viendo “Oliver y Benji”, (“Solamente juegan para ganar, pero siempre con deportividad” [y eso fue lo que yo traté de inculcarle a los chicos]), será porque leo a Valdano, (“El fútbol es lo más importante de las cosas que no son importantes” [pues eso, la pasión de muchos y la vida de unos pocos, pero al fin y al cabo sigue siendo un juego, no es la guerra]), o será por esa frase de “odio eterno al fútbol moderno” (yo nunca podría odiar a la que es mi pasión, pero la verdad es que algunas veces...)

Ahora que escribo desde Londres, desde donde se están celebrando los Juegos Olímpicos (por cierto, da gusto entrenar en Inglaterra, aquí sí que hay respeto, educación, compromiso, seriedad y libertad para trabajar, no en vano son los inventores del juego y los defensores del “fair play”), aprovecho para recordar que los griegos crearon el deporte para unir a la humanidad, y no para enfrentarla.

Si algún día tengo la suerte de ser padre y a mi hijo le gusta el fútbol, no sé qué problemas podrá tener, pero sí sé uno que no tendrá: su padre no le faltará al respeto a su entrenador.

Al resto de personas; socios, aficionados o simpatizantes a los que pude ofender con mis palabras, decirles que esa nunca fue mi intención. Seguramente si ahora se ponen en mi lugar, no les resultará tan difícil entenderme. De todas formas, a ustedes les pido perdón.

P.D.: Siete promociones y ningún ascenso debe ser un caso sin precedentes en la historia del fútbol. Y me parece algo demasiado extraño como para explicarlo con un simple “mala suerte”, sobre todo teniendo en cuenta lo que pasó en la última. Yo tengo la sensación de que hay alguien ahí arriba castigando tanta deuda con tanta gente. Y por la misma razón, creo que hasta que no se haga justicia con todos los que hemos colaborado en la formación de jugadores que llegaron o llegarán al primer equipo, seguirán corriendo la misma suerte. Pero también pienso que cuando hayan saldado todo lo pendiente, se producirá ese anhelado ascenso que sin duda deportivamente merecen.

Me consta que la cola de impagados por delante de mí es larga, tanto en antigüedad como en cantidad. Pero como parece ser que yo soy el único que necesita el dinero, y por descontado, el que más ha luchado por recuperarlo, podrían empezar por mí: 1.090 euros, no quiero ni uno más ni uno menos. Espero que esto acabe de una vez para que no se convierta en una tradición, y que el próximo 9 de agosto ustedes no tengan a nadie que les enturbie la paz y yo no tenga a quien recordarle que me debe dinero. Ojalá ese día llegue -el de los pagos y el del ascenso- y entonces yo, esté donde esté, me alegraré.

Entrenador del Tenisca Infantil 2010-2011